No tenía ninguna fotografía a compartir… entonces, he robado esa foto maravillosa de una pintura de Allende, de Flo B. Espero que perdonará. Frase de titulo destacada de un fuente anónimo (quizás, Paul Valery, pero no es seguro).
Tengo ese deseo de escribir, de pensar, de ser en Chile exclusivamente en castellano, razón por la cual ese texto no tendrá su traducción en francés (excusas a los millones de lectores que todavía no hablan esa deliciosa idioma…). De toda manera, ese texto queda poco interesante, no será un sacrificio mayor.
Dos semanas antes del fin del semestre. Esos tres primeros meses me parecen, de manera retrospectiva, increíblemente cortos. No tenemos el tiempo para hacer todo lo que deberíamos hacer. Y demasiado para tomar consciencia de nuestra suerte de vivir aquí. Las calles de la ciudad se transformen en lugares familiares. El castellano, todavía difícil a utilizar de manera constante, pasa a ser mi nuevo lenguaje, aun si hago errores en cada frase, en cada conjugación, en cada pronunciación de este r de mierda que me pesa mucho. Surge la nueva dificultad de superar el nivel de “exprimirse” en castellano a una dimensión del “hablar” de verdad. De pasar del comunicar al compartir. De ver que debo alcanzar ese nivel para crear relaciones más profundas, más largas en el tiempo. Pasar de la simpatía a la amistad. Del tío al hue’on.
Vida cotidiana tranquila. Cursos a veces inexistentes. Esfuerzos permanentes para tocar la guitara, nuevo vínculo romántico con el país. Amistades verdaderas que se construyen, progresivamente. Disfrutar de ese momento efémero, sin responsabilidades importantes, sin peso profesional sobre las espaldas. Disfrutar de un año sin estrés. Es extraño de ver cómo reaccionamos a ese estilo de vida, a sus formas, a su ritmo. Como cambiar de lugar transforma la visión de nuestro origen. Si quedo extranjero, obviamente (y mi cara de pequeño gringo no me ayuda a hacer pensar el contrario), me siento cada día más acerca de Chile. De manera inesperada. En detalles. En reflejos. La mirada que puedo tener sobre mi universo (y por extensión, Europa) me parece en cambio constante. Quizás en revolución. Después de tres meses en Chile, tengo ganas de desencadenarme de la vida francesa, de sus noticias, de su vida política y cultura, que me persiguen como una forma de adicción. De romper con ese mundo, de manera entera, completa. De hacer de lo que debería ser una paréntesis en mi vida una base del futuro. Una fundación de esa evolución. Apreciar, interpretar, entender, criticar, contemplar y cambiar.
Crear una vida cotidiana no es tan fácil como lo que puede parecer. Encontrar y crear sus lugares propios, sus costumbres cotidianas, quedan tareas casi imposibles. De hecho, la gran mayoría de los estudiantes extranjeros se escapan, al norte, al sur, en Argentina, para salir de lo que puede aparecer como vacio, insuficiente, frustrante. Se someten a la tiranía del descubrimiento. Ir a visitar Chile, ver todo lo que deber visto. O, para hacer mi sabelotodo, olvidar también de contemplar ese mundo. Someterse a la tiranía del hacer sobre el vivir. Del visitar sobre el sentir. Del estar sobre el ser. ¿Cómo ser en Chile, más que estar en todos sus lados? Intentar de juntar los dos. Ser y estar. Contemplar y visitar. Apreciar y hacer. Imposible. ¿Qué otra posibilidad tenemos que la de intentarlo?
Tudy
Ah merde... Tu sais pourtant très bien que mon Allemand est très mauvais...
RépondreSupprimerTud's , moi aussi mon Allemand est très mauvais. Peux tu traduire pour ton P'pa ?
RépondreSupprimer(Je sais, je sais, ça fait un bout de temps que tu as écrit cet article...)
Gros bisous de ton P'pa.